A Señor Cocodrilo no le gustaba el agua. Cada mañana me lo subía "a la pela" y cruzaba el riachuelo para pasearle por el parque, con bolsitas para recoger sus cacas.
Era un parque especial al que le encantaba ir porque podía comerse a todas las ardillas que quisiera. Se divertía persiguiéndolas. A veces cazaba también a algún conejo, por error. No es mala gente el Señor Cocodrilo. Tampoco es que sea muy listo. Él, sencillamente, disfruta, y por qué no decirlo: las ardillas le saben muy bien. Lo que huelen fatal son sus cacas. Salen escamosas, peludas, con olor a alcachofa morada podrida.
Ahora nos han prohibido volver al parque. Han aprobado la ley antidevoración de ardillas, y Señor Cocodrilo no es bienvenido.
Por eso nos pasamos el día así: él subido “a la pela”. Yo escudriñando el riachuelo para pisar siempre sobre las piedras más firmes. Él busca ardillas. Yo invoco a sus intestinos para que no defeque sobre mí. No siempre me sale bien.
Minicuento de Laura Escuela, cuentacuentos.
2 comentarios:
Que cuento mas divertido, y la ilustración está a la altura.
Me ha encantado la historia de este cocodrilo atípico, que asquito lo de sus cacas, puag...
:D
Gracias, Ana!! Es el precio a pagar por llevar tu mascota a la pela! jajaja
Saludos!
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